Supongo que la mayoría de la gente se pregunta como se ve por fuera. En estos momentos me estoy preguntando, como me veo yo por dentro.
Vamos a dejar volar la imaginación; por un momento, cierra los ojos, así como hace pocos minutos yo cerré los míos a causa del aburrimiento.
Supongo que mi mente no es más que una habitación tan desordenada como lo es mi dormitorio. Bueno, varias habitaciones a decir verdad.
Al entrar por la puertita blanca con letras de colores, sufro de una fuerte sensación de dejá vù. Allá, en aquel escritorio negro con garras, está la nuez con patas que opera la función de mi cerebro. Tiene una laptop morada que está bastante más actualizada que mi pc dinosaurio y se dedica a jugar solitario spyder, así que da esa impresión típica de empresario inútil. Tiene un sombrerito azul.
Ya que no me presta mucha atención, me recojo las laaargas mangas de mi suéter a rayas... todo está pintado de distintos colores. Aunque el efecto marearía a muchos, a mi me parece que se ve genial. Hay una pared de (supongo que es la medida en el mundo real, estando allí es díficil ser exactos) unos veinte metros de largo, alta, sencillamente inmensa, llena de cientos de dibujos. Lo extraño es que estos se mueven, ¡sí, lo juro por aquel con orejas de conejo que me saluda con pose rara!
Quizá son ideas olvidadas, porque varias me arrojan cosas para que las vuelva a imaginar.
En el centro de ese cuarto, hay una mesa en el suelo, con cojines a su alrededor, donde juegan sentados varios cachorros de husky. Ála, han de ser los compañeros de trabajo de la nuez. Algunos incluso charlan con los retratos en la pared.
... Pero, allá, al final de la habitación, una chica más baja que yo y de cabellos azabache me llama con la mano.
Dejando atrás a la nuez, los cachorros y la habitación de piso liso y paredes estampadas, corro tras ella, cerrando al pasar la puerta morado fluorescente.
Por instinto, tanteo la pared buscando el suich: Todo está oscuro, pero al encenderse, una lámpara friki con bombillo ahorrador ilumina todo.
Estas paredes son grises con múlticolores estampados de calaveras, flores, relámpagos, mariposas...
Hay unas veinte (o más) personas regadas por el cuarto que es una mezcla de dormitorio, sala de juegos, sala de estudios y gimnasio. Aparte de la luz artificial hay una especie de tragaluz. Cuando salga, revisaré mi cráneo a ver si tengo agujereado el cuero cabelludo, porque esta luz se ve casi real. Algunas me están saludando, yo simplemente las miro con cara de wtf. Sin embargo, hay varios chicos con los que me gustaría quedarme a algo más que a charlar...Aquel con el balón de fútbol que me mira guiñándome el ojo y ese tímido oculto tras la rosaleda.
Si, una rosaleda creciendo en un espacio de tierra del piso de cerámica.
Siento un afecto por todos a pesar de que es la primera vez que los veo de tú a tú. Pero, no puedo quedarme a charlar por ahora; aquella puerta me espera.
Esta habitación me da algo de miedo. Es gris, y llena de rayones en las paredes de ladrillo sin barniz. Como mi cuarto, pero sin muebles...De pronto, cuando me descubro los ojos, todo cambia. Aparecen ideas viejas...No sólo ideas. ¿Acaso ese somos Daniel y yo en los columpios de nuestra infancia, o mi padre enseñándome a leer?
Todo se desvanece. El reloj de arena ha terminado de dar la vuelta; de nuevo estoy en mi computadora.
Pero, dentro de poco, volveré a viajar hacia ese lugar.
temática hasta surrealista, sería genial escribir un libro con esto.
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